La ropa con computadoras añadidas y con otras virtudes tecnológicas, además de su práctica función de vestir, ha pasado de ficción de películas futuristas a ser una realidad cada vez más cercana.
Las wearable computers están abandonando los laboratorios para exhibirse en los aparadores de Europa, Asia y Estados Unidos. Ahora, los diseñadores de alta costura combinan en sus colecciones microelectrónica con hilos conductores y microfibras especiales para crear prendas que controlan ¡todo! El atuendo se complementa con accesorios y zapatos inteligentes.
En la industria del vestido, la ropa inteligente o i-ware está abriendo un nuevo mercado en la moda gracias a la adopción de tecnología portátil, fibras biométricas, textiles inteligentes que integran redes de área personal (PAN), biotecnología y nanotecnología (microelectrónica).
La ropa digital o computarizada posee sensores que captan la información para decidir la activación o no de cada función, como temperatura, luminosidad, absorción de sudor y control de peso, pulso y ritmo cardiaco.
Hoy en día, las telas inteligentes ajustan colores, tallas, temperaturas y estados de ánimo; además, combaten el estrés, inducen el sueño, protegen contra los rayos ultravioleta, proporcionan aislamiento térmico, perfuman, destruyen microorganismos y, por lo tanto, el mal olor.
Estas ultramicrofibras (la microfibra es 60 veces más fina que un cabello y la ultra es la tercera parte de la microfibra) se componen de materiales sintéticos más finos que la seda y, a diferencia de las fibras sintéticas derivadas del plástico, son más brillantes, suaves, flexibles, cómodas y ligeras. Además, son conductoras de electricidad, por lo que este tipo de vestimenta resulta impermeable y resistente al lavado y secado.
Japón, por ejemplo, exporta a Londres ropa deportiva confeccionada con fibras recubiertas con titanio, que aparentemente relajan los músculos y reducen los calambres.
Algunos fabricantes están diseñando trajes para esquiar que incorporan receptores GPS y GSM, así como sistemas de alarma; camisas con teléfonos móviles integrados; bikinis con mini reproductores de audio y ropa interior con vigilancia fisiológica o médica remota. En especial, bebés, soldados, astronautas y ancianos serán quienes reciban los mayores beneficios de esta tecnología wearable.
En 1995, Nicholas Negroponte y Neil Gershenfeld, profesores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), publicaron en la revista Wired una de sus predicciones: “El bolsillo en sí será una computadora. Estaremos montados en el aparato, no debajo de él".
Y, por supuesto, el MIT incursionó en el i-ware. Actualmente desarrolla el proyecto Things that think y, a través de la International Fashion Machines, del Media Lab, diseña telas electrónicas para uso civil y militar. Este último es un proyecto con duración de cinco años y un presupuesto de 80 millones de dólares (en parte financiado por el Pentágono).
Los textiles pueden curar las heridas de los soldados, nutrirlos, hidratarlos, suministrarles medicamentos y transmitir los datos de sus condiciones físicas a un centro de operaciones. Esta ropa será más ligera y podría repararse y limpiarse a sí misma; también, cambiaría de forma según la temperatura e incluso modificaría su color para camuflarse.
A propósito, en 1996 el Departamento de Defensa de Estados Unidos patrocinó el proyecto Wearables 2005, en conjunto con universidades y empresas privadas. Un año más tarde, en 1997, se realizó el primer desfile de prendas inteligentes.
Y mientras Charmed Technology presenta su línea tecnológica en pasarelas de Berlín, Chicago, Londres, Nueva York, París y Sidney, bajo el título de Brave New Unwired World, algunas compañías exhiben sus modelos en algunas otras ciudades de Europa, Asia y Estados Unidos.
En 1999, Levi's y Philips iniciaron un proyecto de investigación de las tendencias socioculturales, de mercado y de tecnología, mezclando vestuario y acceso a la información. El resultado fue la plataforma ICD+ (Industrial Clothing Division), primera línea de ropa que combina materiales textiles con tecnología.
La primera prenda fue una chaqueta con red óptica en sus tejidos para conectar el teléfono o el reproductor de MP3, usar los audífonos y el micrófono integrados en el cuello.
También incorpora un teclado para realizar llamadas telefónicas, monitorear el pulso, conectarse a Internet, medir la presión sanguínea y la temperatura corporal, usar el reproductor de música y tomar fotografías.
En septiembre de 2001, Dockers lanzó en el mercado internacional su mobile pant, confeccionado en una mezcla de algodón con teflón, y que permite llevar el celular y la PDA en los bolsillos ocultos, dejando libres las bolsas tradicionales.
Scott eVest ofrece una chaqueta multibolsillos con mangas removibles, permite ocultar los audífonos y demás cables, facilitando el movimiento. Disponible en siete colores y tamaños, a un precio entre 80 y 150 dólares.
La tienda inglesa Marks and Spencer se encuentra en la etapa de desarrollo de un chip (think tank) que se incorpora al vestuario, transformando las prendas en ropa que habla. Así, un chaleco podría decirle al usuario con qué color de camisa puede combinarlo o cuáles son sus cuidados de lavado.
Y mientras el exclusivo abrigo de Sanyo Fashion House ($395 dólares) está confeccionado en telas antimagnéticas que evitan la estática, Pioneer ofrece una chaqueta que en su manga incluye una mini computadora para llevar la agenda, ver mapas y consultar lugares para comer, además de contar con reproductor de audio.
Nike también integra reproductores MP3 y otros componentes digitales a su ropa deportiva, así como un reloj-teléfono de Motorola y Swatch.
La chaqueta de Dunne tiene sensores que regulan el tejido electroconductor, proporcionando calor cuando hace frío; se ilumina en la oscuridad y controla el pulso y el ritmo cardiaco. El prototipo utiliza pilas AA, pero la versión comercial tendrá baterías de litio.
Sensatex comercializa ya su SmartShirt por 200 dólares. Esta camiseta, que ha sido probada en pilotos de Audi y Porsche, registra todo tipo de datos (desde el ritmo respiratorio hasta su ubicación precisa) y dicha información se transmite mediante tecnología inalámbrica.
Matex Specialty Chemicals diseña prendas cuyos tejidos poseen sustancias químicas microencapsuladas que desprenderán fragancias y agentes hidratantes al contacto con la piel. Además, la compañía de Singapur cuenta con una línea que posee repelentes de insectos. El precio aproximado de la ropa de Matex es de 30 a 40 euros.
Sauquoit y DuPont se perfilan como líderes en manufactura de hilo conductor, mientras que Gorix encabeza la producción de fibras acrílicas cuyo resultado son telas con propiedad conductora similar a la del metal y casi imposible de rasgar.
Polartec y The North Face son otros de los muchos jugadores en esta industria de e-textiles.
Joyas y calzado inteligente
Lentes de visión nocturna, broches para intercambiar datos, relojes USB y joyas con comunicación wireless complementarán el atuendo.
La división Blue Planet de IBM comercializará la línea Digital Jewerly, que incluye un brazalete cuya pantalla de cristal líquido sirve como identificador de llamadas, reloj y agenda; aretes que funcionan como micrófono y audífonos; broche y anillo encargados de la comunicación inalámbrica entre dispositivos.
Por otra parte, la industria del calzado desarrolla zapatos computarizados, que llevan precargados los datos del usuario; un simple apretón de manos con otro usuario bastará para intercambiar la información.
Entre los fabricantes de este tipo de calzado están The Electric Shoe Company y The Next Edge, que desarrolla agujetas desechables de plasma.
Con el patrocinio de Nike, el Media Lab también desarrolla unos zapatos inteligentes; su sistema se basa en señales eléctricas de muy bajo voltaje que se envían a través del cuerpo, en una especie de Red de Area Corporal (BAN). Los zapatos actúan como procesadores para la red y son alimentados parcialmente a través de la energía que se genera al caminar.
Fuente: Gente Virtual
i-ware: la moda inteligente
Por Alejandra Camberos
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