miércoles, octubre 26, 2011

El sexo altera el normal funcionamiento del cerebro

Kayt Sukel, reportera de la revista Newscientist, es la protagonista de un nuevo estudio que trata de conocer cómo afecta el sexo en el cerebro. En este caso, la periodista tuvo que tocarse sus partes íntimas mientras un escáner la monitoreaba. El objetivo de la Universidad de Rutgers, en Nueva Jersey, es identificar los mecanismos subyacentes a la excitación sexual para así poder conocer a mayor profundidad el comportamiento del cerebro durante el orgasmo.

Para ello, Kayt Sukel, una periodista de Newscientist, se ha prestado a tocarse el clítoris durante tres minutos y, luego, a imáginarse que lo hacía. El resultado fue sorprendente: las más de 30 áreas de su cerebro se activaron igualmente durante el contacto real que durante el momento en que lo estaba imaginando, con la diferencia de que el cerebro de Sukel mostró una mayor activación cuando imaginó el contacto con sus partes íntimas que cuando lo estaba haciendo realmente.

Barry Komisaruk, quien está al mando del experimento, ha trabajado durante los últimos años en la relación que existe entre el orgasmo y un área del cerebro llamada la corteza prefrontal (PFC, por sus siglas en ingles). Esta zona está situada en la parte frontal del cerebro y se relaciona con la conciencia, la auto-evaluación y la opinión que se tiene de las demás personas.

Los resultados han revelado que existe más de una manera para llegar al orgasmo pero, además, el estudio revela un nuevo tipo de conciencia que podría conducir a nuevos tratamientos para el dolor.

Komisaruk, ha descubierto que la mayor activación del cerebro durante el orgasmo femenino se produce en la corteza prefrontal, algo no visto en estudios previos.

Sorprendentemente, esta zona se activa de igual manera en los individuos que pueden alcanzar el orgasmo solo mediante el pensamiento, lo que ha llevado a preguntarse si el PFC podría estar jugando un papel clave en la creación de una respuesta fisiológica de la imaginación.

Contradictoriamente, según la publicación de Newscientist, estudios de la Universidad de Groningen en Holanda, habían encontrado que esta misma zona (PFC) se "desconecta" durante el orgasmo. En concreto vieron una desactivación en un área del PFC llamada corteza orbitofrontal izquierda (OFC).

Georgiadis sostiene que la OFC puede ser la base del control sexual y tal vez por solo ‘dejarse llevar’, el orgasmo puede ser alcanzado. También se sugiere que esta desactivación puede ser el ejemplo más elocuente de un "estado alterado de conciencia" y no se ve, hasta ahora, en ninguna otra actividad.

"No creo que el orgasmo apague la conciencia, pero la cambia. Cuando preguntas a la gente la forma en que perciben su orgasmo lo describen como una sensación de pérdida de control", ha declarado Komisaruk a Newscientist.

Los investigadores también creen que el orgasmo es un fuerte analgésico y que con un estudio de activación cerebral de las zonas que se involucran en ese momento se podría encontrar una nueva forma para manejar el dolor.


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Restos fósiles de perros del paleolítico


Un equipo de investigadores ha descubierto los restos fósiles de tres perros del Paleolítico, uno de ellos con un hueso de mamut en la boca, que pudieron ser enterrados siguiendo un ritual típico de la época.

Los fósiles han sido descubiertos en la región de Predmostí, en la República Checa, según recoge la publicación Journal of Archaelogical Science.

Los científicos consideran que los tres animales fueron enterrados siguiendo un ritual y que un humano pudo colocar el hueso de mamut en la boca de uno de estos perros para que "estuviera alimentado y acompañara su alma y la de su dueño en su viaje después de la muerte".

Además, una vez fallecidos, los humanos retiraron el cerebro del cráneo de los perros, lo que puede implicar -según estos rituales- un significado asociado con la liberación de su espíritu.

Muchos pueblos indígenas de estas regiones europeas consideraban que la cabeza y el cerebro contenían el espíritu o el alma, así, los humanos hicieron un agujero en el cráneo del animal muerto para que el espíritu pudiera ser libre.

Otro de los aspectos que ha llamado la atención de los investigadores es que "los cráneos muestran signos claros de domesticación", asegura Mietje Germonpré, paleontóloga del Instituto Belga de Ciencias Naturales, en declaraciones recogidas por Discovery News.

Según la investigadora, los cráneos de estos ejemplares son significativamente más bajos que los de los fósiles que se han encontrado de lobos o de especies modernas de esta especie, e incluso poseen una estructura más ancha y un paladar diferente al de estos animales.

Bestias de carga

Los paleontólgos han señalado que eran animales grandes, que pesaban alrededor de 35 kilos, por lo que eran utilizados como bestias de carga para ayudar a los humanos en el transporte de huesos, carne o leña.

Sus cráneos, explica Germonpré, "son similares al de un Husky siberiano, aunque más grandes y pesados que los ejemplares que conocemos actualmente".

El estudio, explican los investigadores, es "muy convincente", y demuestra "claramente que el proceso de domesticación de los perros se llevó a cabo miles de años antes de lo previsto", considera Rob Losey, otro de los paleontólogos que ha participado en la investigación.


Descubren el mecanismo genético que moldea los organismos

Descubren el mecanismo genético que da forma a los organismos
Se trata de un proceso de alta precisión, que consiste en la activación progresiva de genes específicos en el desarrollo de cada capa embrionaria

Los ratones no tienen el rabo en el lomo ni las costillas en la cintura gracias a que su desarrollo embrionario sigue siempre un orden concreto. Científicos de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza, han descubierto el mecanismo que http://www.blogger.com/img/blank.gifdetermina dicho orden, y no sólo en los ratones, sino también en otros animales, e incluso en los humanos: se trata de un proceso genético de alta precisión, que consiste en la activación progresiva de unos genes específicos –los genes Hox- en el momento en que comienza el desarrollo de las capas que componen los organismos. El mecanismo es extremadamente exacto y fiable, y el más pequeño error en él podría dar lugar a nuevas especies, según los investigadores. Por Yaiza Martínez.

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