Las joyas de la familia
5/7/2007
Alvaro Vargas Llosa
Washington, DC—La semana pasada, la CIA desclasificó casi 700 páginas de documentos relacionados con actividades ilegales llevadas a cabo por ella misma en las décadas de 1960 y 1970: las llamadas “joyas de la familia”. Muchos latinoamericanos esperaban que este acto de transparencia ayudase a restablecer cierta confianza en el gobierno estadounidense al sur del Río Grande, donde la CIA estuvo involucrada a fondo en aquella época. Desafortunadamente, es improbable que esto ocurra.
Los documentos contienen pocas revelaciones en conexión con América Latina, excepto los nombres de los mafiosos contactados por la CIA para asesinar a Fidel Castro. Esto se explica en parte porque las “joyas de la familia” se refieren a las actividades “ilegales” de la CIA, es decir a sus actos de espionaje interno. Gran parte de la participación de la CIA en Cuba, República Dominicana, Argentina y Chile en los años 60 y 70 —por mencionar cuatro países— se ajustó al mandato de la organización porque tuvo lugar fuera del territorio de los Estados Unidos. Otra razón de la probable decepción latinoamericana frente a los documentos revelados es que ciertos pasajes han sido censurados. Hay espacios en blanco, por ejemplo, en la sección que se refiere a los asaltos que tuvieron lugar en la embajada de Chile y otros edificios diplomáticos chilenos en los EE.UU. poco antes del ingreso ilegal al edificio “Watergate”—asaltos que pudieron o no haber sido organizados por la CIA.
Hay insinuaciones sin mayor desarrollo que pondrán en marcha la imaginación de los afiebrados: mala cosa para las relaciones entre estadounidenses y latinoamericanos, que tienden a suscitar tantas teorías conspirativas. En un memorando dirigido a William Colby, que entonces ocupaba un alto cargo en la CIA, alguien emplea un signo de interrogación junto al párrafo relacionado con la irrupción en la embajada chilena como preguntando si ese episodio cae o no bajo la categoría de actividades ilegales de la agencia. Queda flotando la impresión de que había personas dentro de la agencia que pensaban que la CIA tuvo algo que ver.
Si tuvo algo que ver, sería la primera vez que un documento da crédito a la hipótesis de que la CIA utilizó a la embajada chilena como un campo de entrenamiento para el equipo que más tarde ingresaría en secreto al complejo “Watergate”. Otra interpretación podría ser que la gente de la CIA buscaba papeles que documentaran los contactos entre Chile y Cuba, o las actividades de la filial chilena de la firma International Telephone and Telegraph (ITT), enemiga acérrima de Salvador Allende. La información incompleta que se nos ofrece no permite confirmar o desmentir esta hipótesis, sólo estirar la imaginación de los que creen saber la respuesta.
La conclusión de muchos latinoamericanos será, probablemente, que la CIA sigue ocultando información acerca de las actividades que realizó en Chile en los años 70''. Esto no ayudará a ganar amigos al otro lado de la frontera, especialmente si, como lo afirmó la semana pasada el Director de la CIA, Michael Haydn, su agencia “tiene la responsabilidad de ser tan abierta como resulte posible”.
¿Podría la CIA ser más transparente con América Latina? Claro que podría. Según una orden ejecutiva firmada por el Presidente Clinton y aplicada por George W. Bush, los documentos oficiales serán desclasificados de forma automática después de 25 años, con ocho tipos de excepción. La CIA hace un uso perverso de esas excepciones. Peter Kornbluh, el jefe del “Proyecto de Documentación sobre Chile” en el National Security Archive me dice que ha solicitado en reiteradas ocasiones al gobierno norteamericano que desclasifique los documentos referidos a las reuniones entre Manuel Contreras, el ex jefe de la policía secreta de Chile, y la CIA. También ha pedido ver la información sobre Pinochet contenida en el “archivo 201”, un mítico archivo que contiene información detallada sobre líderes extranjeros. “Han transcurrido más de 30 años y aún se niegan a revelar la información”, afirma Kornbluh.
Nada envenena más la percepción que tiene un ciudadano acerca del gobierno que la sospecha de que para las autoridades la verdad está subordinada a brumosos objetivos superiores. Dada la significativa injerencia del gobierno estadounidense en países en los que no fue elegido, puede argumentarse que la obligación moral que tienen las autoridades de ese país de confesar la verdad sobre las actividades oficiales del pasado se extiende más allá de las fronteras estadounidenses.
Muchos países latinoamericanos —de Argentina a Guatemala y de Chile a Perú— han realizado dolorosos esfuerzos en los últimos años por conocer la verdad acerca de su horrendo pasado a través de organismos de investigación conocidos como “comisiones de la verdad”. El país que construyó una república en base a la noción de los derechos humanos debería ser sensible a la necesidad de los ciudadanos extranjeros de conocer ciertas verdades que sólo el gobierno de los Estados Unidos, y particularmente la CIA, están en condiciones de revelar.
Revelar acontecimientos que tuvieron lugar hace décadas no lesionará los intereses de la seguridad nacional estadounidense. Sólo perjudicará a aquellos que fingiendo temer al enemigo le temen más a la verdad.
El proyecto MK-ULTRA
El 28 de noviembre de 1953, un decepcionado y deprimido Dr. Frank Olson se arrojó de un décimo piso en un hotel de New York. Olson era desde hacía mucho tiempo un científico de la Chemical Corps Special Operations División -División de operaciones especiales del cuerpo químico, del Ejército estadounidense-, sus problemas comenzaron en la reunión que tuvo lugar nueve días antes.
Esta reunión era organizada por Sidnet Gottlieb, jefe del Technical Services Staff, de la CIA, sin saberlo los demás asistentes a la reunión, Gottlieb llevaba consigo una cantidad de LSD y deseaba probarla con ellos. En un momento dado, vertió LSD en la bebida de Olson y se sentó a esperar los resultados. Olson tenía una personalidad muy sociable y era amante de las bromas, pero pronto comenzó a sufrir unos desagradables efectos colaterales. Ben Wilson, otro de los asistentes, luego recordaría que Olson estaba psicótico. Gottlieb y su jefe, el director de Central Intellingence, Allen Dules, iniciaron un ocultamiento de los sucesos que ocasionaron la muerte de Olson, ese ocultamiento duró veinte años.
En riesgo estaba el super secreto proyecto de la CIA, el MK-ULTRA, el cual había crecido desde un programa anterior conocido como BLUEBIRD. Originalmente BLUEBIRD fue concebido para contrarestar los avances soviéticos en tecnologías de lavado cerebral. Las intenciones de la CIA tenían otros objetivos. Un primer objetivo fue estudiar métodos para, a través de los cuales, el control del individuo en cuestión fuera alcanzado. Esta experimentación se basó en la narco-hipnosis, o la combinación de drogas y una cuidada programación hipnótica.
Siempre evolucionando, el proyecto BLUEBIRD, fue luego conocido como ARTICHOKE y transformado en un programa ofensivo de control mental que aunaba las divisiones de inteligencia del Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea y el FBI.
El fin del proyecto fue delineado en un memorando de enero de 1952, que ominosamente preguntaba “¿Podemos tomar control de un individuo, al punto donde éste hará nuestra voluntad, contra la suya propia, y aún contra las propias leyes fundamentales de la naturaleza y la autoconservación?
Se formó un equipo de trabajo en la CIA que pudiera viajar, al momento de ser notificados, a cualquier lugar del mundo. Su tarea era testear nuevas técnicas de interrogación, y asegurarse que las víctimas no recuerden nada de ese interrogatorio. Toda clase de narcóticos, desde marihuana a LSD, heroína y pentatol -también llamada la droga de la verdad- eran regularmente usados, eso sin contar, con las que sus equipos de investigación les abastecían.
A pesar de los pobres resultados iniciales, los programas de control mental de la CIA afloraron. El 13 de abril de 1953, el super secreto MK-ULTRA fue creado. Su fin era mucho más amplio que todos los proyectos anteriores, y sólo tenían acceso los mandos más altos de la CIA. El MK-ULTRA era considerado como un paraguas para OTROS 149 SUB-PROYECTOS. Muchos de estos tenían que ver con el testeo ilegal de drogas, otros mientras tanto, tenían que ver con la electrónica. Uno en particular exploraba la posibilidad de activar un organismo a control remoto. Una esfuerzo en común era lograr una técnica de lavado de cerebro para convertir individuos en mensajeros y espías sin que ellos lo supieran -también podrían convertirse en un futuro, en terroristas que acometieran acciones que les supusieran beneficios, algunos de ellos inconfesables, como pudieran ser, atentados en su propio país para crear una atmósfera de pánico que supusiera la restricción de todas las libertades fundamentales- ¿les suena esto a algo?
Desde siempre la CIA estuvo impedida por el Congreso de tener poder de policía o de seguridad, sólo estaba autorizada a hacerlo fuera de los EE.UU. Pero desde su mismo comienzo, el MK-ULTRA quebró esta prohibición congresional y comenzó a testear sobre impávidos ciudadanos noerteamericanos.
Quizás por esta razón, nunca se sabrá a ciencia cierta hasta que nivel llegó la ilegalidad del MK-ULTRA, ya que Richard Helms, director de la CIA y mentor del proyecto, ordenó la destrucción de toda la documentación existente, esto fue en 1973, cuando Helms terminó su mandato. Por suerte muchos documentos sobrevivieron a causa de un mal archivado y vieron la luz al final de los años 70.
Un proyecto, llevado a cabo por Harris Isabel, director del Servicio del Hospital Público de Kentucky, fue el responsable de un aparente cese en las operaciones del MK-ULTRA. Consistía en aplicar grandes dosis de LSD, mescalina, marihuana, escopolamina y otras a unos internos de raza negra. A cambio de participar les inyectaba morfina, hasta tres veces al día. Cuando esto llegó al senado, en 1975, Isabel dio a entender que no había contradicciones al proveer estas drogas duras a unos adictos. Considerado esto una violación pública, la CIA anunció el cese de todas sus operaciones de control mental.
Víctor Marchetti, un veterano de la CIA, revelaría la falsedad del anuncio. Dijo que el cese de las operaciones no era más que una cubierta, apoyada por declaraciones de la CIA sobre la falta de resultados favorables. Miles Copeland, otro veterano, afirmaría que el Congreso sólo tuvo un leve vistazo sobre las operaciones secretas que se llevaban a cabo. Otra fuente dentro de la comunidad de inteligencia dice que los esfuerzos de la CIA posteriormente se centraron en la psicoelectrónica, ya que la narcohipnosis ya había dado todo lo que era posible, el futuro era la combinación de ambas técnicas, la sumisión total.
El Dr. José Delgado, un neurofísico de la Universidad de Yale estaba particularmente interesado en la estimulación electrónica del cerebro. Descubrió que mediante el implante -¿implante, nos suena?- de una sonda en el cerebro era posible ganar enorme poder sobre el control de una persona. Esta sonda operaba por ondas de radio de FM y podía inducir un sinnúmero de emociones humanas.
El Dr. Delgado anunció que sus hallazgos demostraban la desagradable conclusión de que el movimiento, emociones y conducta pueden ser dirigidos por fuerzas eléctricas.
El próximo paso fue la miniaturización de dichas sondas, para pasar posteriormente a las microondas. Ubicando un voluntario dentro de un campo electromagnético y usando ondas de radio específicas, era posible modificar las ondas cerebrales. Esto fue el descubrimiento del Dr. Ross Adey, de la Universidad de California.
El Dr. Joseph Sharp, del Instituto de Investigaciones del Ejército logró transmitir palabras a través de microondas. Ubicado dentro de un flujo electromagnético, Sharp podía entender claramente palabras transmitidas a él por un compañero. Otros adelantos continuaron hasta 1974, cuando el Dr. Scapitz, científico con fondos del Departamento de Defensa tuvo una gran idea. Él buscaría cambinar los estudios del Mk-ULTRA con las nuevas tecnologías de microondas. En un desliz el Dr. Scapitz declaró que “Se proyectará la palabra del hipnotista, mediante la energía modulada electromagnética, a las zonas subconscientes del cerebro del individuo”
Aclaró también que esto sería posible sin la necesidad de emplear receptores o transmisores de mensajes.
Por primera vez, los agentes tenían la posibilidad y habilidad para penetrar la mente de un individuo, incluso sin manipulación previa y sin que éste lo notara. Desde entonces poca cosa o nada de información ha sido revelada. Actualmente existe la evidencia que estas tecnologías están ocultas dentro de las iniciativas del Nuevo Orden Mundial y su gobierno oculto. En un anuncio de 1995 se divulgó que las armas de NLD serían transferidas al area de aplicación de la ley. Esta operación conjunta conocida como Operations other than war, abre la puerta para la milicia en el terreno civil. El objetivo propuesto sería el mayor control del narcotráfico, actividades criminales y terrorismo. ¿Les suena?
http://www.proyectopv.org/1-verdad/mkultra.htm
EL AUTOR HABLA EN ‘MILENIO 3’ SOBRE SU LIBRO ‘CIA. JOYAS DE FAMILIA’
noticia
2008, 26 abril. Eric Frattini acaba de publicar el libro 'CIA, Joyas de Familia' que es un resumen de algunas de las 300 operaciones ilegales o ‘Actividades Altamente Volátiles’ llevadas a cabo por la Agencia Central de Inteligencia, tanto dentro como fuera del territorio de los Estados Unidos y sacadas de las 703 páginas desclasificadas por la propia CIA.
Casi 700 páginas de datos, detalles y cifras de operaciones, como por ejemplo la llamada Operación CHAOS; el programa ilegal COINTELPRO de espionaje doméstico; el Plan HOUSTON, un proyecto de espionaje doméstico dirigido desde la Casa Blanca por los hombres de Nixon; contactos con los ‘fontaneros’ de la Casa Blanca con ex-agentes de la CIA como Howard Hunt; el programa de escuchas y registros ilegales; el programa de apertura no autorizada de correo de ciudadanos estadounidenses; planes de asesinato de líderes políticos de Cuba, el Congo o la República Dominicana; los documentos relativos al uso experimental de drogas alucinógenas para experimentos de lavado de cerebro dentro de la llamada Operación MKULTRA; la interceptación de comunicaciones y vigilancia de prestigiosos periodistas de diversos medios de comunicación de los Estados Unidos y así, hasta 300 operaciones que violaban claramente las carta legislativa de la Agencia Central de Inteligencia.