De acuerdo con un estudio de la Universidad de Chicago, mientras hacemos una dieta para adelgazar, dormir durante toda la noche hace que se pierda más cantidad de grasa.
Concretamente, si reducimos nuestro sueño a sólo 5,5 horas perdemos el
mismo peso que tras un sueño de 8,5 horas, pero la quema de grasas se
reduce a la mitad.
Las diferencias se deben a que, cuando se restringe el sueño, aumentan los niveles de grelina, una hormona que estimula el hambre y reduce el gasto energético, además de “promover la retención de grasas”, según explica Plamen Penev, director del estudio.
"Por primera vez, tenemos evidencias de que el número de horas de sueño
puede marcar diferencias en el resultado de una dieta de
adelgazamiento”, asegura Penev. Y añade que “si tu objetivo es perder grasa, saltarte horas de sueño es como pinchar las ruedas de tu bicicleta”.
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jueves, febrero 14, 2013
¿Daban leche los antiguos dinosaurios?
Los dinosaurios podían haber dado leche con
la que alimentar a sus crías. Parece una idea completamente absurda,
pero el investigador Paul Else, de la Universidad de Wollongong (Nueva
Gales del Sur, Australia), lleva trabajando en ella desde hace quince
años. Si alguien ha imaginado a una Tiranosaurio Rex dotaba de mamas o
ubres por algún lado, puede borrar la imagen de un plumazo. La hipótesis
que plantea este profesor de fisiología es que estos animales segregaban una sustancia parecida a la leche del tracto digestivo superior, de la misma forma que las tórtolas o palomas producen la llamada leche de buche para sus pichones.
«Las palomas, los pingüinos emperador y los flamencos
producen sustancias parecidas a la leche de las glándulas del buche o
del esófago con las que alimentan a sus crías a través de la boca»,
explica Else. «Dado que las aves y los dinosaurios tienen mucho en
común, probablemente algunos dinosaurios utilizaron esta estrategia de
alimentación». La teoría, que ha sido publicada en el último número de The Journal of Experimental Biology, argumenta
que la mayor ventaja potencial de la «lactancia» del dinosaurio es que
la leche que alimenta a las crías podía estar enriquecida con aditivos
como anticuerpos, antioxidantes y la hormona del crecimiento. «Todos
estos son ejemplos de aditivos que se encuentran en la leche de las
palomas, que permite a los pichones crecer con unos ratios fantásticos»,
dice Else, al tiempo que cree que su teoría podría ayudar a explicar
cómo los dinosaurios crecían tan rápidamente.
Desafortunadamente, no hay pruebas contundentes de la
lactancia en el registro fósil de los dinosaurios, ya que el proceso
implicaría examinar los tejidos blandos, que no se conservan como los
fósiles, por lo que el experto propone estudiar un caso, el de los
dinosaurios herbívoros de pico de pato (hadrosaurios).
Alimentados por sus padres
«Los hadrosaurios criaban en manada y los pequeños eran
alimentados por los padres. La propuesta es que en lugar de regurgitar
la materia vegetal parcialmente fermentada, estos padres dinosaurios
inicialmente utilizaban la lactancia y luego avanzaban a regurgitar las
plantas», apunta el profesor. «Soy básicamente un fisiólogo comparativo y
una cosa que siempre me llamó la atención de un aspecto no resuelto
acerca de los dinosaurios es cómo un padre de varias toneladas podía
alimentar a una cría de tan solo unos pocos kilos. Parecía obvio, una
forma de lactancia similar a la presente en las aves».
Paul Else sabe que su idea es muy controvertida, pero
espera que los expertos en dinosaurios la tomen en consideración en
investiguen más sobre ella.
Para que sirven los feos
Parece una escena sacada de un bar. El macho atractivo
llega acompañado de un grupo de amigos con los que la naturaleza no ha
sido tan generosa, al menos desde un punto de vista estético, con lo que
consigue captar para él solo la atención de las hembras presentes. Sin
embargo, la escena no sucede en un bar, sino en una pecera. Los pececillos de acuario prefieren reunise con sus colegas menos atractivos para «brillar» ante sus posibles parejas y tener más oportunidades de no pasar «la noche» solo.
Los investigadores de la Universidad de Padua señalan que
los peces machos eligen activamente un contexto social que les es más
favorable para la conquista amorosa. En otras palabras, «si estás
rodeado de amigos feos, pareces más guapo», explica la autora principal
del artículo, Clelia Gasparini.
El equipo observó a un grupo de peces en un acuario. En
cada extremo había una hembra. La «soltera» número 1 tenía dos machos
atractivos con colores brillantes situados a ambos lados. La número 2
estaba acompañada de dos machos más feos y descoloridos.
Cuando un nuevo macho era puesto en el centro del tanque,
prefería acercarse a la hembra número 2, rodeada de machos feos. Los
machos pasaban el 62% de su tiempo dando vueltas en su lado del acuario.
Clooney o Mr. Bean
Es más, los investigadores encontraron que el tiempo que
pasaban los peces alrededor de la soltera número 2 estaba relacionado
con su falta de atractivo. Cuanto más feo era el pez, resultaba menos probable que se acercara a los guaperas que acechaban a la primera hembra.
Como se podría argumentar que los pececillos evitaban a sus
colegas de vivos colores porque son más agresivos, o porque los
depredadores tenían más probabilidades de detectarlos, el experimento se
repitió sin hembras, y resultó igual. «Si te acompaña alguien más guapo
que tú, tienes menos posibilidades de ser elegido. Si quieres
impresionar a alguien, ¿crees que te verá más atractivo en comparación
con Mr. Bean o con George Clooney?», bromea la investigadora. La
comparación entre los pececillos y los seres humanos es difícil de
resistir, pero, para bien o para mal, las citas humanas están llenas de
sutilezas mucho más difíciles de medir.
La investigación aparece publicada en la revista Proceedings of the Royal Society B.
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