Un hongo de color negro, recogido por robots en las paredes de la dañada ciudad de Chernobyl es capaz de absorber la radiación y utilizarla para su propio beneficio. El hongo (en la imagen) es rico en melanina, un pigmento que del mismo modo que en la piel humana, le da el color y nos protege, por ejemplo, de la radiación ultravioleta que proviene del Sol. Las pruebas se realizaron con unos niveles de radiación ionizante cerca de 500 veces superior a la normal
Hongos que absorben radiación
Basado en las noticias de la Facultad de Medicina Albert Einstein
Los científicos han asumido durante mucho tiempo que los hongos existen principalmente para descomponer la materia en elementos químicos que sirvan a otros organismos. Pero los investigadores de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad de Yeshiva han encontrado pruebas de que los hongos poseen una cualidad que ha pasado desapercibida hasta ahora y que tiene profundas implicaciones: la capacidad de utilizar la radioactividad como fuente de energía para generar alimento y estimular su crecimiento.
El reciente descubrimiento cambiaría nuestro modo actual de concebir la utilidad de la energía válida para la vida en la Tierra, y tendría profundas implicaciones para nuestro conocimiento de cómo la vida se ha adaptado y ha evolucionado a lo largo del tiempo en nuestro planeta.
“El reino de los hongos comprende más especies que cualquier otro reino vegetal o animal, de modo que el descubrimiento de que crean alimento además de descomponerlo significa que las fuentes de energía de la Tierra, y en particular la cantidad de energía radioactiva que se convierte en energía biológica, necesitaría ser calculada de nuevo”, dice el doctor Arturo Casadevall, catedrático de microbiología e inmunología en la Facultad Einstein y autor principal del estudio, publicado el 23 de mayo en PloS ONE.
La capacidad que tienen los hongos para sobrevivir a la radiación también resultaría útil para los seres humanos. “Dado que la radiación ionizante predomina en el espacio exterior, los astronautas serían capaces de utilizar los hongos como fuente inagotable de alimento en misiones largas o en la colonización de otros planetas”, dice la doctora Ekaterina Dadachova, profesora asociada de medicina nuclear, microbiología e inmunología en Einstein y autora principal del estudio.
Estos hongos capaces de “comer” radiación tienen melanina que es el pigmento encontrado en muchos si no en la mayoría de las especies de hongos. Pero hasta ahora, la función biológica de la melanina en los hongos –de tener alguna- ha sido un misterio.
“En tanto que el pigmento clorofílico convierte la luz del sol en energía química que permite que las plantas verdes vivan y se desarrollen, nuestra investigación sugiere que la melanina puede utilizar una proporción diferente del espectro electromagnético de la radiación ionizante de la que se benefician los hongos que la tienen”, dice la doctora Dadachova.
La investigación empezó hace cinco años cuando el doctor Casadevall leyó en la Web que un robot introducido en el reactor averiado y todavía altamente radioactivo de Chernobil había regresado con muestras de hongos negros ricos en melanina que habían crecido en las paredes del reactor. “Me pareció algo muy interesante y empecé a debatir con mis compañeros si estos hongos utilizarían las emisiones radioactivas como fuente energética”, dice el doctor Casadevall.
Para probar esta idea, los investigadores de Einstein realizaron una serie de ensayos in vivo utilizando tres hongos genéticamente diferentes y cuatro medidas de crecimiento celular. Los estudios mostraron consistentemente que la radiación ionizante incrementaba significativamente el crecimiento de los hongos provistos de melanina.
Por ejemplo: dos tipos de hongo –uno al que se indujo a formar melanina (Crytococcus neoformans) y otro que la contiene de forma natural (Wangiella dermatitidis)- fueron expuestos a niveles de radiación ionizante aproximadamente 500 veces más alta de la que hay al nivel del suelo. Ambas especies crecieron significativamente más rápido (medidas por el número de unidades que forman colonias y peso en seco) que al ser expuestas a niveles comunes de radiación terrestre.
Los investigadores también realizaron estudios físico-químicos de la capacidad de la melanina para captar radiación. Midiendo la señal de resonancia de la velocidad de rotación del electrón, demostraron que la radiación interactúa con la melanina para alterar la estructura de su electrón. Éste es un paso esencial en la captura de la radiación y su transformación en una forma diferente de energía capaz de producir alimento.
El doctor Casadevall subraya que la melanina fúngica no es químicamente diferente de la melanina de nuestra piel. “Es una mera especulación pero no está fuera de la posibilidad real que la melanina pueda proporcionar energía a las células dérmicas”, dice. “Aunque no sería bastante energía para mover a un vehículo por la playa, quizá nos ayude a abrir un párpado.”
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