martes, enero 08, 2008

EL GRITO


El grito


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Para otros usos de este término véase El grito (desambiguación).
El grito (en noruego Skrik), es el título de varios cuadros del noruego Edvard Munch (1863-1944). La versión más famosa se encuentra en la Galería Nacional de Oslo y fue completada en 1893. Otras dos versiones del cuadro se encuentran en el Museo Munch, también en Oslo, mientras que una cuarta versión pertenece a una colección particular. Munch realizó también una litografía con el mismo título.

En los últimos años, la obra, en dos versiones diferentes, ha sido objeto de dos robos de gran repercusión mediática. La versión más conocida, la de la Galería Nacional, fue robada en febrero de 1994, y fue recuperada en una acción policial ocho semanas más tarde. En agosto de 2004 se produjo el robo de otra de las versiones del cuadro, una de las expuestas en el Museo Munch. Dos años después, el 31 de agosto de 2006 la policía noruega anunció la recuperación de la pintura, en buen estado.

Todas las versiones del cuadro muestran una figura andrógina en primer plano, que simboliza a un hombre moderno en un momento de profunda angustia y desesperación existencial. El paisaje del fondo es Oslo visto desde la colina de Ekeberg. El grito está considerado como una de las más importantes obras del artista y del movimiento expresionista, constituyendo una imagen de icono cultural, semejante al de la Mona Lisa de Leonardo da Vinci.


El grito de Munch

La fuente de inspiración para El grito podría encontrarse, quizá, en la atormentada vida del artista, un hombre educado por un padre severo y rígido que, siendo niño, vio morir a su madre y a una hermana. En la década de 1890, a Laura, su hermana favorita, le diagnosticaron una dolencia bipolar y fue internada en un psiquiátrico.

El estado anímico del artista queda reflejado en estas líneas, que Munch escribe en su diario hacia 1892:
Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.
Munch inmortalizó esta impresión en el cuadro La desesperación, que representa a un hombre con un sombrero de copa, de medio lado, inclinado sobre una prohibición y en un escenario similar al de su experiencia personal.


No contento con el resultado, Munch pinta un nuevo cuadro, esta vez con una figura más andrógina, de frente, enseñando la cara, y con una actitud menos contemplativa y más desesperada. Lo mismo que la anterior, esta primera versión de El grito, se llamó La desesperación. Según detalla Robert Rosenblum (un especialista de la obra del pintor), la fuente de inspiración para esta estilizada figura humana podría haber sido una momia peruana que Munch vio en la exposición universal de París en 1889.
El cuadro fue expuesto, por primera vez, en 1893, formando parte de un conjunto de seis piezas titulado Amor. La idea de Munch era la de representar las distintas fases de un idilio, desde el enamoramiento inicial a una rotura dramática. El grito representaba la última etapa, envuelta en sensaciones angustiosas.

La obra no fue muy bien acogida por la crítica y, el conjunto Amor fue clasificado como arte demente (más tarde, el régimen nazista clasificó a Munch de artista degenerado y retiró todos los cuadros que había en una exposición en Alemania). Un crítico consideró el conjunto, y en particular El grito, tan perturbador, que aconsejó a las mujeres embarazadas que no visitaran la exposición. La reacción del público fue discrepante y el cuadro se convirtió en motivo de discusión y, por primera vez, se hace mención de El grito en las críticas y reportajes de la época.
Munch realizó cuatro versiones de El grito. El original de 1893 (91 x 73,5 cm.) una técnica de óleo y pastel sobre cartón, está expuesto en la Galería Nacional de Oslo. La segunda (83,5 x 66 cm.) en témpera sobre cartón se exhibió en el Museo Munch de Oslo hasta que fue robado en 2004.

La tercera pertenece al mismo museo y la cuarta es propiedad de un particular. Para responder al interés del público, Munch realizó también una litografía (1895) que permitió imprimir el cuadro en revistas y periódicos. El 31 de agosto, 2006, la policía de Oslo anunció que la segunda versión de la obra fue recuperada, junto con la Madonna, otra obra de Edvard Munch también robada en el 2004. [1] [2]

Los robos

El 12 de febrero de 1994, El grito de la Galería Nacional de Oslo fue robado en pleno día por una banda de ladrones (en principio se pensó en un grupo anti-abortista activo en Noruega) que se permitieron dejar esta nota: "Gracias por la falta de seguridad". Tres meses después los ladrones se dirigieron al gobierno noruego solicitando, por la entrega del cuadro, un millón de dólares estadounidenses. El gobierno rechazó la oferta y, poco después, el 7 de mayo el cuadro fue recuperado en una acción conjunta efectuada por la policía noruega en colaboración con la policía británica y el museo Getty.

El 22 de agosto de 2004, la versión expuesta en el Museo Munch fue robada a mano armada por dos hombres enmascarados, junto con la Madonna del mismo autor. El museo esperó una petición de rescate pero ésta nunca llegó. Además se ofreció una recompensa de 97 millones de euros. Según el periódico sueco Svenska Dagbladet, el cuadro habría sido quemado a fin de eliminar pruebas. Los dos cuadros fueron recuperados el 31 de agosto de 2006 por la policía noruega, dos años después de su robo, y en relativo buen estado. Sin embargo el 20 de diciembre del mismo año se reveló que los expertos del Museo Munch llegaron a la conclusión de que el daño hecho al grito era irreparable. El daño, hecho con agua en la zona baja de la pintura, causó una decoloración que impide que el cuadro pueda ser completamente restaurado a su perfección original.

El grito en la cultura popular

A finales del siglo XX, El grito adquirió estatus de icono cultural que comenzó en el período post-Segunda Guerra Mundial. En 1961 la revista Times utilizó El grito en la portada de su edición dedicada a los complejos de culpa y a la ansiedad. Entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol realizó una serie de estampaciones en seda sobre las obras de Munch, que incluían El grito. La idea fue desacralizar la pintura devaluando su originalidad y convirtiéndola en un objeto de reproducción en masa.

Característico del arte posmodernista es el irónico e irreverente tratamiento que realiza Erró de la obra cumbre de Munch, en sus acrílicos El segundo grito (1967) y Ding dong (1979).
La reproducción de la obra en toda clase de productos, desde camisetas hasta tazas de café de cerámica, posters, llaveros etc., da testimonio de su status como icono, así como de la completa desacralización para el público actual.

En esa misma línea, se puede comparar con otras obras de arte, convertidas también en iconos, como la Mona Lisa de da Vinci. El grito es una obra con gran fuerza emocional, y la banalización de la imagen en la cultura popular se puede interpretar como el intento de desactivar el sentimiento de incomodidad que, inevitablemente, provoca en el espectador, aunque otras opiniones desestiman esta interpretación por excesivamente complicada, arguyendo que los artífices de estos productos tratan, simplemente, de sacar dinero de una conocida obra.


El muralista norteamericano, Robert Fishbone, descubrió un filón en el mercado cuando, en 1991, comenzó a vender muñecas inflables con la figura central de la obra. Su compañía con sede en San Luis, On The Wall Productions, vendió cientos de miles. Los críticos señalan que, al sacar la figura de contexto (el paisaje), Fishbone ha destruido la unidad de la obra de Munch, neutralizando, de este modo, su fuerza expresiva.

Como una de las escasas obras de arte moderno que son instantáneamente reconocidas, incluso por gente que conoce muy poco sobre arte, El grito se ha utilizado en publicidad, dibujos animados y televisión.

En uno de los programas de entrevistas televisivo, Dame Edna Average se presentó con un vestido que imitaba el diseño de la figura de El grito. La obra también ha fascinado a los directores de películas. Ghostface, el psicópata asesino de la película de terror de Wes Craven, Scream, lleva una máscara de Halloween inspirada en esta figura del cuadro. El actor juvenil Macaulay Culkin posa frente al espejo en la película Solo en casa de Chris Columbus, haciendo también una referencia irónica a la obra de Munch. El robo de los dos cuadros fue también satirizado en un episodio de la serie Los Simpsons. El Los Simpson también se ha satirizado a El grito en repetidas ocasiones, por ejemplo, en en especial de Noche de Brujas IV, se muestra a Lisa imitando el gesto del personaje de la pintura.
En la poesía también queda reflejado en este poema del autor chileno Ernest Würth
http://www.poetasuniversales.com/

Leí hoy poemas románticos……,
volví a mirar el Grito, de Munch;
quise mirar el mundo tan ancho, tan amplio,
transformar mi propia evolución´´
quiero gritar muy fuerte ¡hasta cuando Dios!

Miro América del Sur, territorio grande,
explotado, miserable,
abusado por todos los que ofrecen un cambio,
ideologías de vanales obseciones,
izquierdas, derechas, bolcheviques, centros eyaculables,
todos iguales….. personalidades despreciables

aquí, allá, todos hablan de crisis
se venden autos, refrigeradores, bagatelas, porquerías,
nadie piensa en arte, intelectos, salud, educación, vivir la vida,
vemos coimas, pedofilia, estupro, narcotráfico, nada de poesía,
¿es el siglo XXI tan apetecido, añorado?
Ay amigos! Ay políticos ¡ ay tú ¡ caminando por éstas vías

Han pasado siglos ¡ ha caminado la vida!
Subido montañas, navegado, volado espacios,
¿y donde estás tú, donde estoy yo?
Sumergidos en el estiércol de la economía…´´
cantando sinfonía de coros mudos, voces mudas, muy despacio…
parece vivimos en el mundo de batracios.

El grito de Munch y…….los poetas…nuestra poesía;
me han hecho pensar en todas esas cosas de la vida,
no soy político, ni psicópata, ……., represento la melancolía
deseo preguntar…¿Dónde está la verdad…ésa sinfonía?
¿Dónde están los colores, los azules, violetas?…¿solo crisis?
…….un escenario…sin coreografía.

Este grito que rebota como eco en las montañas
es la crisis de no poder decir que es la crisis,
no hay trabajo, dinero, miseria, hay engaños,
niños sin comer, guerras económicas, pobrezas, dias grises,
pero las economías crecen, hay gente que tiene mucho, pero,
no te dan nada…nada…porque hay crisis…crisis…nada, nada.

Ese es el mundo de hoy…el no te puedo dar…porque hay crisis,
desde que tengo uso de razón he oído igual,
todo se repite.
La riqueza aumenta, la pobreza también
pero no pueden dar nada porque hay crisis
eso se llama ahora solidaridad…darte menos…nada…¡menos mal ¡

Munch pintó el grito en 1893;
¡que grito mas largo. Tiene 110 años y se oye igual!
Angustia extensa, pobreza eterna, agonía….
la verdad tal cual,
todos aplauden la maravillosa economía,
el mundo se alimenta mal pero aprueba la globalización,
nadie entiende nada…el grito de Munch se hizo canción.
Pero nosotros amigos poetas, me han hecho rememorar…
Miro con angustia ese grito de Munch

Descripción del cuadro


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Este cuadro, como exponente de la corriente expresionista nórdica a la que Munch pertenecía, expresa las emociones y sentimientos de su autor.
Situados, físicamente, frente al cuadro, el sonido es inaudible, el desamparo parece incomprensible. Para reforzar el silencio angustioso del grito, vemos a dos paseantes que no se conmueven ante ese desamparo. Resulta difícil resistirse a la influencia de la locura que intenta transmitir el hombre que está situado en primer plano con la boca abierta y con las manos tapándose los oídos para no escuchar su propio e incontenible grito que es, también, el grito de la naturaleza. El "gritador" está reducido a una mísera apariencia ondulante en un paisaje de delirio.

El grito es un grito sobre el sentido de la existencia. Ante la angustia existencial hay dos soluciones. Olvidar las preguntas que no tienen respuesta, y huir. Es la postura adoptada por los dos paseantes que siguen las líneas rectas hacia la inexistencia del punto de huida. O bien dudar de la propia existencia. Esta última es la que adopta el "gritador". Su cuerpo, sus manos, su cabeza, su boca, su grito se diluyen en las líneas curvas del océano y el cielo fusionándose. El ambiente, las leyes, las reglas de la sociedad, simbolizadas por la balaustrada derecha, no pueden detener esta disolución.

Paradójicamente, dudando de su propia existencia, el "gritador" se esfuerza en demostrar su alteración. Aunque sus trazos se diluyen, se distingue perfectamente su cara. Este no es el caso de los dos paseantes que no son más que dos sombras oscuras. Eligiendo las certezas simbolizadas por las líneas rectas, su existencia desaparece en el olvido. El "gritador" es el elemento notable del cuadro.

Habría que dilucidar si Munch trataba de expresar su propia angustia personal o la desesperación del hombre (en abstracto), frente a un mundo convulsionado por la revolución económica e industrial, la pobreza de las clases trabajadoras y la injusticia social.

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