Revelaciones en torno al Santo Cáliz de Valencia
MADRID, 5 ago 1999 (ZENIT).- «El Misterio del Santo Grial. Tradición y leyenda
del Santo Cáliz», es el título del último libro publicado sobre la reliquia
a la que se le atribuye su utilización por Jesucristo en la Ultima Cena y
que se conserva en la Catedral de Valencia. El autor de la obra, es
Salvador Antuñano Alea, de 33 años, profesor de Ética y Sagrada Escritura
en el Centro Universitario Francisco de Vitoria en Madrid.
«Si Indiana Jones hubiera visitado Valencia, no hubiera hecho caso de
vetustas leyendas medievales, y se hubiera ahorrado todos los peligros de
"la Ultima Cruzada"», asegura Antuñano con humor en las primeras palabras
del libro. A través de 220 páginas realiza un recorrido por la tradición
que envuelve el Santo Cáliz, con las averiguaciones arqueológicas sobre su
utilización en la Ultima Cena, el uso que de él hicieron los primeros Papas
de la cristiandad, su traslado a España, las leyendas medievales, su
estancia en el monasterio oscense de San Juan de la Peña y su primera
entrada en la historia documentada a finales del siglo XIV.
Recoge finalmente los «empeños, quebrantos y persecuciones» de que fue
objeto desde entonces, y su utilización por Juan Pablo II durante la misa
que presidió en Valencia en noviembre de 1992.
Según la tradición, el Grial fue el cáliz del que bebieron Jesús y sus
discípulos en la Ultima Cena. Se trata de una copa propiamente dicha, a la
que se le ha añadido una estructura de oro con dos asas que los une. El
conjunto mide 17 centímetros de altura. La copa es de forma semiesférica,
con un diámetro de 9 centímetros y constituida por ágata, de color rojo
obscuro, cuyo estudio arqueológico muestra que fue labrada en su taller de
Palestina o Egipto entre el siglo IV a.c. y el primero de nuestra era.
En los albores del cristianismo
Este vaso de suma trascendencia no pudo ser olvidado tras la muerte del
Redentor, tanto más cuanto los discípulos se reunieron varias veces en el
Cenáculo. Así se explica el que el Santo Cáliz apareciese en Roma, llevado
según la tradición desde Jerusalén por san Pedro. Transcurrieron, pues, dos
siglos y medio en los que existen claros indicios de que el cáliz fue
utilizado por los pontífices para celebrar la Eucaristía. Según ha indicado
Antuñano, «lo que más impresiona al investigador es que el canon litúrgico
romano de los primeros Papas, en el momento de la consagración, decía
textualmente: "tomando este glorioso cáliz", refiriéndose a "este" solamente».
La historia del Cáliz cuenta que, en la persecución del emperador Valeriano
antes de morir, el Papa Sixto II entregó las reliquias, las alhajas y el
dinero a su diácono Lorenzo, natural de Huesca (España), quien también fue
martirizado, no sin que antes enviara a la ciudad natal el Cáliz de la
Eucaristía acompañado de una carta suya. Ocurría todo ello el año 258 o,
según algunos autores, el 261.
La copa permaneció en Huesca hasta la invasión musulmana. El obispo de la
ciudad, Audeberto abandonó con el Santo Caliz su tierra en el 713 para
refugiarse en la cueva del monte Pano donde vivía el ermitaño Juan de
Atarés; lugar en el que posteriormente se fundó y se desarrolló el
monasterio de San Juan de la Peña; del que surgió un núcleo de hombres
esforzados que acometieron la reconquista contra los mahometanos. Tuvo esta
lucha caracteres épicos, que no dejaron de ser aprovechados por la creación
literaria, ya que, según historiadores de la literatura, constituyen el
origen o la fuente de poemas tan célebres como los de Cristián de Troyes o
Wolfram de Eschenbach, con su héroe Parceval o Parzival, que es
posteriormente al Parsifal de Ricardo Wagner. En todos estos poemas hay un
Vaso maravilloso, al que se denomina «Graal» o «Grial» y cuya relación con
el Santo Cáliz es fácil comprender.
La presencia del Santo Caliz en San Juan de la Peña está testificada por un
documento del 14 de diciembre de 1134. El 26 de septiembre de 1399 el Cáliz
pasó a ser custodiado en Zaragoza, a petición del rey de Aragón, don Martín
el Humano. En el texto de entrega, que se conserva en Barcelona, se hace
constar que el Santo Cáliz fue remitido desde Roma con una carta de San
Lorenzo. Durante el reinado de don Alfonso el Magnánimo la reliquia fue
trasladada a Valencia. Desde el 18 de marzo de 1437 se conserva en la
catedral de esa ciudad, según un documento en el que se refiere al «Cáliz
en que Jesucristo consagró la sangre el jueves de la Cena».
La historia más dramática y sublime de la humanidad
«El Santo Cáliz no se conoce suficientemente ni dentro ni fuera de España»,
asegura Antuñano, mexicano residente en España, que considera que «su
valor no está en un rigor científico plenamente demostrado, por más que la
arqueología misma no tenga nada que objetar contra su autenticidad, sino
por el simbolismo que tiene con la Cena del Señor: vale porque es signo y
figura de la institución de la Eucaristía y esto es mucho más grande que
cualquier vestigio histórico». Según Antuñano, «cuando se desvela el
misterio del Grial, uno se da cuenta de que no tiene nada de enigma
esotérico, aunque lo que encierra es la historia más dramática, romántica y
sublime que la humanidad ha vivido: la historia del Verbo hecho Hombre y
Eucaristía».
La obra, editada por EDICEP, ha sido prologada por el arzobispo de
Valencia, monseñor Agustín García Gasco, quien considera su lectura
«sumamente recomendable porque resalta que el valor y el sentido del Santo
Grial adquiere en la Eucaristía toda su relevancia».
Para saber mas: http://www.iesjuandopazo.org/webprofes/infor/tic/200405/html/cris_f/P.HTM
No hay comentarios:
Publicar un comentario